Cuando se les pregunta a las personas dónde piensan que se aprenden y se expresan las cosas más importantes en cuanto a ideas e interpretaciones del mundo, sobre todo, en los primeros años de vida, la respuesta suele ser clara: la familia.

La familia constituye el medio más influyente y cuenta con un puesto privilegiado en la transmisión de saberes fundamentales, tanto de hábitos, habilidades como pautas de convivencia. Es evidente que, a lo largo de la historia, los modelos y tipos de familia han ido cambiando, pero la aceptación social no ha ido acompasada al mismo ritmo, por ello, en el artículo de hoy hablamos de las nuevas formas de familia y sus valores.

Según la Declaración Universal de los Derechos Humanos (ONU 1948), la familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado. La familia es un tema importante a tener en cuenta en la educación de los más pequeños, ya que se crían en ese ambiente desde que nacen, inmersos en la cultura que se les inculca, con valores, normas y límites.

Con la industrialización y el éxodo del campo a la ciudad asistimos a la disminución de los hogares formados por la familia extensa, aquella en la que varias generaciones compartían techo. Poco a poco, fue sustituida por la familia nuclear, integrada por los padres y dos hijos. Este modelo ha sido el predominante durante mucho tiempo, pero ahora está en claro retroceso, al menos en España. Se señala como pieza clave, la incorporación de la mujer al trabajo y la transformación de la visión tradicional de los roles de género que hace prever una reestructuración de los roles parentales, en términos de mayor equidad de género en cuestiones relacionadas con la crianza de los hijos.

 

Tipos de familia

Actualmente, existe una gran diversidad de familias. Todas diferentes y todas familias.

-Familia nuclear (tradicional): formada por padre, madre e hijos.

-Familia extendida: la conforman varios familiares como padres, hijos, abuelos, tíos, primos y personas afines.

-Familia monoparental: cuando se da convivencia de al menos un menor con uno solo de sus progenitores, el padre o la madre, ya sea por separación o divorcio, muerte de unos de los progenitores o separados por acontecimientos como emigración, guerra, catástrofes, etc, o madre soltera.

-Familia homoparental: aquellas parejas del mismo sexo con hijos adoptados o biológicos. Este tipo  de  familias  han  tenido  que  luchar  contra  los  prejuicios  derivados  de  la  homofobia: mientras poco o nada se cuestiona la validez y capacidad de una pareja heterosexual para formar una familia, las parejas homosexuales con hijos parece que hayan tenido que recurrir incluso a investigaciones científicas que prueban su legitimidad como familia. Es vital que se normalice y se acepten.

-Familia ensamblada o reconstituida: formada por una pareja adulta en la que al menos uno de los cónyuges tiene un hijo de una relación anterior. Pueden ser provenientes de un divorcio, en la cual uno o ambos cónyuges tiene hijos previos.

-Familia de acogida: situación en la que el menor de edad obtiene la plena participación en la vida de la familia acogedora, teniendo ésta las obligaciones de velar por él, tenerlo en su compañía, alimentarlo, educarlo y procurarle una formación integral (obligaciones coincidentes con algunos deberes inherentes al ejercicio de la patria potestad).

-Familia adoptiva: con hijos sin parentesco sanguíneo. Puede ser una pareja o un adulto en solitario con uno o más hijos adoptados. Pese a no tener vínculos de sangre, son igualmente familias que pueden desempeñar un rol parental igual de válido que las familias biológicas.

-Familia sin hijos: pareja sin descendientes, sea por elección o por problemas relacionados. El hecho de tener hijos no es sinónimo de ser familia, las parejas sin hijos son familias también.

 

La estadística lo indica

Según datos del Instituto Nacional de Estadística, la familia nuclear sigue siendo mayoritaria (31,8%), pero desde hace un tiempo, y de forma acelerada, los hogares españoles albergan una variedad  cada  vez  mayor  de  formatos  familiares.  Crecen,  por  ejemplo,  los  unipersonales (23,2%) y no solo en la tercera edad por haber enviudado, sino entre los menores de 65 años. También aumentan las parejas sin hijos, que en 10 años han crecido y suman el 21% de los hogares. Entre las denominadas “nuevas formas de familia” las familias reconstituidas y las familias monoparentales, estas últimas representan casi un 10%. Cabe destacar, sin embargo, que lo nuevo es el nombre y la reivindicación de su legitimidad, no la realidad a la que se refiere.

Recursos familiares

Entre los recursos familiares más importantes se destaca la vinculación y el desarrollo afectivo. También, la socialización, entendida como el desarrollo de las capacidades psicológicas y de adaptación al medio en el proceso de autonomía. La familia ejerce como intermediaria (mediación)  entre  su  hijo  y  el  entorno;  la  manera  de  llevar  a  cabo  esta  tarea  estará determinada por la relación que la propia familia haya establecido con dicho entorno. La cohesión, nos referimos a la confianza y afecto que se gesta entre los miembros de la familia, genera un buen nivel de apoyo mutuo. Cuando la familia puede contar con esta posibilidad de decisión conjunta se estimula el uso de la negociación, cuenta con un recurso muy positivo para el enfrentamiento a las diferentes problemáticas de la vida familiar.

Otro punto importante es la flexibilidad, ya que en la medida que la organización interna de la estructura familiar sea más flexible, permitirá adoptar nuevos roles y reglas, se facilitará la resolución de los conflictos que pueda ir surgiendo. Esta capacidad del sistema da lugar al recurso de adaptabilidad, que no es más que la capacidad de la familia para enfrentar los cambios y adaptarse al entorno; es decir, la habilidad para cambiar la jerarquía, los roles y las reglas en función de la nueva situación.

La permeabilidad es otro recurso familiar que se refiere a la capacidad de la familia de abrirse hacia otras instituciones de la sociedad, permitiendo la relación prudente de sus miembros con otros subsistemas. Se manifiesta en la posibilidad de solicitar y permitir la ayuda desde fuera del sistema. La apertura de este facilita el apoyo social de otras familias, de los amigos y compañeros más cercanos y de instituciones sociales.

Hemos visto que la familia es el primer agente socializador del niño al moldear y programar su conducta y su sentido de identidad. Es como un sistema abierto en transformación constante que recibe y envía inputs de y desde el medio extrafamiliar y se adapta a las circunstancias cambiantes de modo tal que mantiene una continuidad y fomenta el crecimiento psicosocial de cada miembro. Los prejuicios y estereotipos de la sociedad generan malestar, tanto en quienes lo expresan como en quienes lo reciben. Normalizar las nuevas formas de ser familia es fundamental tanto para los adultos como para los niños.

“En todas las culturas, la familia imprime a sus miembros un sentimiento de identidad. La experiencia humana de identidad tiene dos elementos: un sentimiento de pertenencia y un sentimiento de separación. El laboratorio en que estos ingredientes se mezclan y se proveen es la familia, la matriz de la identidad”.

(Minuchin, 1977)

Autora: Belén Aglio, Psicóloga.

Bibliografía

-Abelán, M. A., & Navarra, E. V. (2014). Apuntes Familias Monoparentales.

-Baldero, A. I. (2004). Apuntes Familias de acogida y familias adoptivas.

-Johnson, S. Apuntes: Familias Reconstituidas.

-Minuchin, S. et al. (1998). El arte de la terapia familiar. Barcelona: Paidós.